Yo creía en la Justicia.
Preparando la Vista Previa en el despacho de mi abogado, le
dije a mi abogado que llamara como testigos a mi hermana y a mi cónyuge. Me
respondió:
- ¿Qué credibilidad crees
que le puede dar un juez a las manifestaciones de tu hermana o de tu cónyuge? Ninguna; en nuestro sistema judicial, por desgracia, es habitual que los
testigos de parte mientan. Por eso los jueces no dan credibilidad a los
testigos, sobre todo a los que son familiares directos, basándose
fundamentalmente para dictar sentencias en la prueba documental y pericial que
son más fiables.
Me pareció algo razonable, por eso no insistí a pesar de que
iban a testificar la verdad.
Mi abogado pecó de ingenuo creyendo que en nuestra
judicatura solo hay buenos jueces y magistrados.
La demandada presentó como testigo a su hermana. A pesar de las
contradicciones en el interrogatorio, según preguntase el abogado de la demandada
o el abogado de demandante, y la total incompatibilidad de sus manifestaciones
con la prueba documental y pericial. La jueza de primera instancia, Dña. Elvira
Pérez Martínez, y tres ilustrísimos magistrados, D. José María Magaña Calle, D.
José María Morillo Velarde Pérez y D. Félix Degayón Rojo, dan total
credibilidad a la testigo. Y lo más
grave, sin motivar por qué dan credibilidad
a la testigo.
Dejé de creer en la Justicia, desde entonces retumba en mi
alma aquella frase de Berlolt Brecht “Algunos jueces son incorruptibles, nadie
puede inducirlos a hacer justicia.”
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